(Swinger: el
que oscila, que cambia o se balancea de un lugar a otro,
derivado de to swing: balancearse, oscilar)
El swinger es una actividad de parejas que nace de una
relación estable, crece como fantasía de ambos,
recorre el proceso de construcción de la confianza
mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese
momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera
experiencia.
A veces ese juego se
extiende por años, otras su resolución es inmediata,
pero de una u otra forma ese proceso hecho en conjunto
por la pareja es la sal que da sentido a este estilo de
vida. Llegar cada noche después de un encuentro y
hablar con nuestra pareja sobre lo vivido, excitarse con
los recuerdos, internalizarlos en el lecho, es abonar la
intimidad de la pareja, hacer crecer la convivencia. ¿Qué
sería del swinger fuera de la pareja?: nada. El hecho
de estar en una cama con más gente puede ser muy
reconfortante aunque no sea más que eso.
Algunos llaman a esto
¨partuza¨, ¨orgía¨ o ¨fiestita¨, pero si esas
personas no son parejas estables no es un grupal o un
encuentro swinger. Entre estas personas el momento de
placer no se extiende más allá del tiempo en que se
vive el sexo, mientras que en el caso de una pareja
estable cada encuentro construye fantasías, emociones y
recuerdos que son parte de la vida diaria y, en
especial, de la intimidad de la pareja. Hay parejas
ocasionales en el swinger, claro que las hay, tengamos
en cuenta que una mujer y un varón que tienen la fantasía
de estar sexualmente con otras personas, en el mismo
lecho, ¿dónde pueden realizarlas que no sea en nuestro
ambiente?: no hay espacios donde la gente se proponga
esas cosas con naturalidad.
Conozco mujeres solas que
nunca podrían vivir experiencias con varios hombres si
no fuera a partir del ambiente, ¿o es que pueden -en un
boliche común- decirle a tres o cuatro jóvenes que
desea estar con ellos en una cama? Primero, no la tomarán
en serio, segundo, puede pasar un mal rato. El sexo más
allá de los límites socialmente estipulados requiere
de
conciencia, y ella será tratada con poco respeto,
seguramente. Así que algunas parejas llegan a acuerdos,
se juntan y se venden como pareja real para integrarse a
un grupo o intercambiar con otra pareja. La mayoría de
los swingers detectamos fácilmente esa maniobra. En
muchos casos dejamos pasar la cuestión porque sabemos
que no nos cruzaremos más con esa virtual pareja y que
nunca llegarán a ser parte del todo del swinger, de su
lado social, de la construcción de amistades, y que
rebotarán con gran parte de las parejas que son
meticulosas a la hora de intercambiar.
El hecho es que la igualdad de entrega es
vital para completar la fantasía vibrante del
swinger: “yo lo hago con el ser que tú amas y
tú lo haces con el que yo amo”. |
¨Superación¨,
esa es la palabra que define ese estado donde el amor no
es afectado por el sexo compartido, donde la institución
¨pareja¨ se preserva sin problemas aunque la cama se
amplíe a algunos visitantes más. Muchas de esas
parejas ocasionales son de esposas y maridos que no
pudieron convencer a sus cónyuges, entonces buscaron
una compañía, lo hicieron solos y creen que ya son
swingers. Pero claro, no logran vivir lo esencial;
llegan a su casa y su esposa está allí, sexualmente es
la misma de siempre, monógama, y ellos por lo tanto no
realizaron su fantasía más que como un paseo turístico
por un paisaje donde sólo ven el bosque pero no el árbol.
La sociedad se vuelve cada vez más amplia y tolerante
en materia de sexo.
Pero cuidado, dije la
sociedad, no las instituciones que la gobiernan. La
espontaneidad crece en los jóvenes, el sexo se vuelve rápido
y probar lo diferente es cada vez más normal, así que
las parejas ocasionales serán parte del paisaje del
swinger en forma permanente. Deberemos saber cómo
manejar, según la visión de cada uno, este fenómeno.
Lo importante es que no nos convenzan de que ellos son
swingers.
Recuerden: esa pasión compartida, esa
posibilidad de construir la complicidad en
pareja, encontrar en nuestra cama a esa mujer o
ese varón día a día, con el que vivimos esta
libertad pactada, el hacerlo con el ser querido,
es la marca de fuego del swinger. Lo demás es
otra historia. |
* Daniel Bracamonte
editor@entrenos.com.ar |