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“Con limón” pidieron, y mandaron la vuelta a Carlos Deluca, a José Dicarlo y al Tordillo, quienes también habían empezado temprano a calentar el garguero. Después, nuevamente montan el zaino y el malacara que pastaban abajo de la acacia. El Konmemoria con un Cerrito armado y el Sapo humeaba un Río Novo. Al pasar frente a la chacra de Bezzosi el Sapo demuestra su destreza para matar perdices con el rebenque, esta vez con un aperiá que atravesaba el camino. El zaino de el Konmemoria se pone nervioso en la movida, mientras el malacara del Sapo deja sus pasteles verdes en el camino, como diciendo aquí pasé yo. Al pasar por el túnel se cruzan con un carro que conducía suavemente el Chajá Amaro, a quien el Sapo conocía muy bien del Hospital, de cuando estuvo internado operado de la vesícula. Unos gritos de saludos y otros tantos de despedida para seguir adelante aprovechando la mañana. La cerrazón espesa, normal de esos días, cubría La Calzada del Santa Lucía que apenas dejaba ver a unos cuantos metros. Al llegar a Rodó y Acuña de Figueroa desmontan en el comercio de Cruchi, atan los caballos en la vereda de enfrente y en el bar arreglarán las cuerdas vocales con algunas grapas. En el almacén la Berckley picaba mortadela para ir haciendo boca, con galleta de campaña calentita. En la vereda de enfrente el carnicero Sasiambarrena prepara lechón asado para hacer el día y en la cancha de de Nacional se abría la boletería para recibir al publico que quería ver al gran Capi y al Niño, que con gran coraje subirían las paredes con sus viejas y pesadas motos Ariel. Ya estaban en la puerta el turco Lafluf y La Diabla: el “Pocho” intentaría subir por la pared del gran cilindro de madera con su bici.
II El Konmemoria Sánchez y El Sapo dejan los caballos atados y arrancan caminando por Rodó hacia arriba, alegres por fuera y por dentro. El Sapo caminando con un poco de dificultad con sus botas nuevas y cada cuatro o cinco pasos se pegaban una pechada de hombros. Desde la peluquería de Corujo el Quemao Ferreira y el Cono Chávez miraban con atención a los dos gauchos: el Konmemoria con botas caña de acordeón negras bien lustradas, bombacha negra, camisa blanca manga larga y torera bordada, cinto ancho con rastra de plata y sombrero de ala ancha con cinta con los colores patrios. El Sapo vestía botas lisas de caña corta, bombachas verde oscuro, camisa roja a cuadros, sombrero de
ala ancha echado para atrás como pa tomar leche en tarro, parecía una caja fuerte, no había quien le
encontrara la combinación. En una de esas pechadas, al separarse pasa entre ellos el Buby Mercadal,
que venía para la casa de la novia.
El Chiquito Aloy, termo y mate en mano, desde el zaguán conversaba con su vecino de enfrente Caserta,
y con el de al lado, Fojo, que con saco blanco en el brazo seguramente se iría a trabajar de mozo en
algún bar.
Oroño con su boliche en su viejo rancho de la esquina de Rodó y Coralio Lacosta se preparaba con
muchas damajuanas de vino Morando y mortadela de Granja Florida. Sale en ese momento Montelongo
con una botellita de caña con vermouth y a los saludos con los dos, que seguramente se conocían de El
Satélite: Abajo del paraíso la señora de Oroño y Walter Larroca trataban de prender la parrilla para hacer
unos chorizos.
Ya pasaban las 10, cruzan la calle a los saludos con la numerosa familia Vélez y el Sapo les pregunta a
qué hora Cachanata prende los juegos artificiales (a las 9, le dicen).
Pasan por la casa de Aguirre y de Siti y El Konmemoria le pega otra pechada al Sapo, pero esta vez
para que vea el hermoso cuerpo de la Pampita que barría la vereda.
Ya llegando a San Cono en la vereda de enfrente, en el club Estrella Roja está todo listo: tortas fritas y
chocolate habrá todo el día, y Víctor Gasso afina esperando al Gaucho Giménez para animar a los
parroquianos. En la cantina Pintos le hecha el hielo a la bebida.
III El Konmemoria Sánchez y El Sapo siguen su camino; pasan por la escuela San Cono, donde se
preparan para el baile de la noche con Sonido Cotopaxi y Sol Naciente.
Al pasar por la casa de Porcal, lo oyen comentar con su vecino Cabrera que en la esquina, en el
almacén de Casela el vino está rebajado, nunca supimos si de precio o con agua.
Los dos se detienen en el kiosco policial, en el que estaba de parada Pajarito, el policía, al que le
preguntaron cómo estaba de salud, ya que pocos meses antes unos ladrones, que intentaron robar a
los empleados del Banco Comercial que iban a una feria de ganado en el taxi de Lafluf, le habían pegado
unos tiros, pero felizmente la salvó.
Siguen parando en el kiosco de Pintos a compran un número de lotería con terminación 15 y cuando
van a hacer algunas jugadas de quiniela, se enteran que al 03 no lo llevan (quéééé negocio chee, dice el
Sapo). Cruzan la calle y para hacer tiempo hasta la hora de la procesión llegan al bar Citi a tomarse
algunas grapas.
Conocidos de los dueños Rocicler y Pelusilla, andan a los abrazos, y al mirar al billar estaban con cara
de haber pasado la noche el Torcido Pereira, Jorge Gruccio, Alfredo Sarla y el Negro Visera.
Como ellos no venían a eso sino por la promesa, el olor a milanesa los invita a cruzar al bar de Varela y
ahora las grapas estaban acompañadas por una picadita, y de paso escuchaban canciones criollas con el
Pulpi Amaro y Carlitos Rodríguez. También estaban en el lugar Perico Diana, Heber Facciolo, el Yuyo
Rodríguez y Peras Verdes, entre otros.
Pero deciden caminar un poco más, siempre con dirección al centro. En esa cuadra todos los vecinos
andaban afuera, el perdido Caula, la Teresa Palavecino, Dalto y Lasalvia, (comentaban como roban a la
gente los del tiro al blanco, todos los años igual, quién le va a pegar con una escopeta con el caño torcido)
también observaba Goiechi como entraba gente a la peluquería seguramente preparándose para el baile de
la noche....
IV Era el mediodía de un 3 de junio de 1970 y pico, y el Konmemoria Sánchez y el Sapo cruzan desde
el taller de Juan Mercadal hacia el saloncito de Pintos que desde temprano vendía medallitas y velas a
granel.
Pegado, el California Bar del Sr. Dalto (hoy Tango Bar) ya estaba lleno, eran casi las 12 y el Chajá
Amaro, guitarra en mano, decía las décimas de un niño al que su mama lo mató y lo enterró abajo de la
cama.
Al no gustarle el artista, después de otro par de grapas cruzaron al bar de enfrente, el ex Tango Bar de
Ulises Pasarella, donde Ulises y el Goro Echeverri les darían un copetín adornado con buenos tangos.
Eso los hizo tomar barias grapas más, pero el pasar tanto tiempo sin venir al pueblo les da una energía
especial de querer aprovechar las horas, y cruzan para el bar de Díaz Rosas (Panza Negra) donde
Tuchito con guitarra y armónica les daba la bienvenida y los acompañaría con alguna grapa.
La mañana se había envejecido y la tarde iba tomando forma. Por Saravia hacia el Prado se veía una
fila interminable de omnibuses de excursión, por Rodó otra línea de vendedores ambulantes, pero como
las tripas de los dos hacían más barullo que gatos dentro de una bolsa, miraron el cartel de El Rancho
Restaurante y se metieron de cabeza...
V El Konmemoria Sánchez y el Sapo entraron al restaurante El Rancho sabiendo que ahí comerían de novela. Los recibe Dante (el mozo); en la caja don Tito no tenia muy buena cara porque había mandado a su hijo a buscar la carne a lo Cachuto y se había quedado en las calesitas. Como todos los que llegaban al lugar se quedaban impresionados con el CAIMÁN que colgaba del techo. El Sapo preguntó pa qué tienen ese caimán ahí, y el mozo contestó "pa correr a los sapos que se van
sin pagar" y se escucharon las risas de los comensales, ja ja ja .
El Konmemoria pidió jamón con rusa y una milanesa con huevo y rusa, el Sapo lengua a la vinagreta y
riñones a la provenzal con ensalada de berro. De tomar un litro de vino de La Cruz y una Coca para hacer
el sucu (lo echaron a perder).
Cuando se calmó el hambre, salieron del Rancho y le erraron al segundo escalón, cayendo encima de
una mesa que vendía medallitas y le tiraron todo al suelo.
Después de algunas discusiones, con el Konmemoria Sánchez con la bombacha nueva rota en la rodilla,
emprenden su viaje Rodó arriba; pasaron por la casa Tito Martínez, por lo de Varela, por lo de Heredero,
y entran en la calesita y al Sapo se le antoja dar una vuelta en la rueda gigante....
VI El Konmemoria Sánchez y el Sapo van a entrar a las calesitas y al Sapo se le antoja comprar un bolso y varios vendedores le dijeron lo mismo: "creo que hasta el año que viene no va a encontrar ninguno" (bolso). Entonces entraron derecho a sacar un par de boletos para la rueda gigante, llenos y bastante mamaditos.
Al dar un par de vueltas se atraca el asiento y quedan casi boca abajo, pegando unos gritos como si los
fuera a voltear el potro.
Paró la rueda y al Konmemoria se le cae el reloj de bolsillo y el Sapo comienza a vomitar el berro que
comió en el Rancho, arriba de un vestido blanco que lucía una abuelita muy contenta -hasta ese momento-
que paseaba a la nieta en la rueda, creemos que habrá sido por ultima vez.
Se bajan y siguen Rodó arriba como quemao con papa, pasan por la casa de la Bruja Núñez, por lo Díaz
Rosas, lo de Rapalini, Aloy y Lapasta y se paran en Brum frente a la casa del Grasita Sisto y dejan pasar
al Pirincho Pastorini que venia en el tronco móvil con Paulino Golfarini y las escaleras para arreglar los
parlantes, porque falta poco para el comienzo de la procesión y tiene que funcionar todo bien.
Cruzan por la fabrica de productos porcinos de Reinoso, por lo de Rubano, por lo de Uruguay Soler y a
los gritos saludan a Carlitos Gongorra, el panadero, en la otra vereda.
Cuando pasan por lo de Colina, el Sapo comenta "aquel que está en la puerta es Nigro", el primero que
tuvo televisión en el barrio.
Goldaraz y Fortunato compartían el momento y Arturo Bruno y Rigali junto a su familia esperaban la
procesión. Más adelante se paran para ver la víbora de dos cabezas en la esquina de Calleros, y en el
almacén del Pelao Zócalo compraron números de rifa de un convertible rojo que nunca se sabría si alguien
lo sacó.
VII Por un mal entendido terminará la tarde para los dos, que todavía tienen que cumplir con la promesa de
tocar al santo cuando salga de la capilla...
Esto no se puede creer: en el kiosco del Colegio del Huerto tomando chocolate, el Sapo fue a pagar y
se dio cuenta que le falta la billetera. Marchó. Parece que fue en las calesitas, donde la sacó para pagar
en la rueda.
Siguieron, pasaron por lo de Escrich, por la fábrica de dulce de leche de Vázquez y en la esquina de Dr.
González está la sede del glorioso Club Mundial y al mirar por la ventana se vieron atraídos por Anair y la
gordita Miqueiro, muy gentiles y alegres.
Berriel les sirve un sucu con una picadita, y tuvieron que tomar otros... Salieron ya sin rumbo, cruzaron
la calle, volvieron atrás, pasaron por lo de Cesáreo López, por el taller de Rojas y Laureiro y con olfato de
vino entraron como en su casa al restaurante La Carreta del Bombita Ibarra. Se apoyaron con ganas en el
mostrador, escuchando a Gustavo Guichón, y en el intervalo escuchan a otros parroquianos que comentan
de la cantidad de gente este año a la procesión.
Fue ahí que se miraron fijo y en coro gritaron: ¡La promesa!! Salieron rápido rumbo a la capilla entre la gente y tuvieron que volver, San Cono ya iba frente al almacén
de Araujo y como pudieron fueron a alcanzarlo. La promesa era para cuando saliera de la capilla, pero...
peor es nada.
Pasaron por lo de Marco, por el Hotel Español, por lo de Oviedo, por lo del Nene Palermo que estaba con su buzo arriba del hombro y con el Yayo, que seguramente habían hecho una promesa...
Pasan por lo de Araujo, por el Cine Florida, ahí vieron a estaba Roig en la puerta. Cruzan la calle para la
escribanía de Bentancur Peraza, siguen cruzando por la casa del Dr. Rodríguez y cuando iban llegando al
santo, que estaba rodeado por los Morella, los Larroca, los Casella y sin faltar, como todos los años, Juan Justo Amaro, y se disponían a cumplir con lo que habían venido, llegar a tocarlo, saliéndole un murmullo
de lo más profundo levanta las manos Milico de Palo y pone en alerta a los policías, que los vieron y los
sacaron como chicharra de un ala.
Los subieron en el jeep directo a la Primera, donde fueron acusados de aliento alcohólico e intento de
robo a San Cono. Al final pudieron explicar, después de las 24 horas, que sólo querían cumplir con una
promesa...
MORALEJA: tome con moderación o se le va la procesión....
EL KONMEMORIA SÁNCHEZ Y EL SAPO......
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